llevo bártulos perdidos que aparecen sin previo aviso,
mientras intento orientar mi sentido en el camino,
siento la fatiga del aislamiento de las ovejas negras.
Oculto tras la naturaleza mullida y fría,
restregando mi figura,
haciendo uno con el entorno,
camuflando el uno con el otro.
Oculto, entre los senderos,
entre la evasión del razonamiento,
viajo la brújula de mi instinto,
avanzo a mí ritmo.
Desde el cielo al estrellato,
hasta estrellarse en el fango,
por no dormir, chian los pájaros,
y el agua cae a cántaros.
Al cesar, la calma, el aire intenso,
el paisaje extenso del paraje diario,
un silencio y un movimiento lento,
una postura y un pliegue en el labio.
Hasta mañana.