lunes, 20 de diciembre de 2010

Déjame.

Déjame solo.

Déjame con mi pensamiento.

Déjame vivir en guerra, déjame vivir la muerte.

Déjame morir en paz, déjame matar la vida.

Déjame seguir lo que siento, y escribir lo que sigo.

Déjame sentir lo que sigo, y escribir lo que siento.

Déjame ver pasar el tiempo, déjame pasar como el tiempo.

Déjame pasar de largo, déjame el tiempo pasado.

Déjame hacerte daño, y curarte después.

Déjame el daño hecho, para después curarte.

Déjame vivir de lo aprendido, y enseñarte lo que se.

Déjame aprender de lo vivido, y lo que supe enseñarte.

Déjame soñar despierto, y crear mi fantasía.

Déjame vivir un sueño, con mi fantasía creada.

Déjame verte crecer, y enloquecer mientras tanto.

Déjame crecer mientras te veo, mientras tanto enloquezco.

Déjame estar loco, o simplemente serlo.

Déjame serlo, simplemente estando loco.

Déjame ser como soy, y no cambiar nunca.

Déjame decir que soy como digo ser, y que nunca he cambiado.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

El camino.


Nuestra vida es un camino, un camino plagado de curvas, baches, rectas... No es nada fácil continuar adelante. No es nada casual, creo que para todo el mundo alguna vez se le crea una curva o un bache en su camino.

Aún así nuestro coche tiene gasolina infinita, no se acaba nunca. Y nunca frena, siempre sigue adelante. Tempus Fugit.

Pasan los días y los días, y sigues montado, viendo como el mundo de tu alrededor cambia, como cada vez aprendes más de lo que ves. De lo que vives al fin y al cabo. Y no queda otra, porque no te puedes bajar, tienes que superarte cada vez mas. Dejar atrás lo que atrás se quedó, mirar adelante por lo que podrá venir, aguantar lo que te toca en cada instante.

No hay motivos para quedarse en la cuneta, aunque vayas rápido puedes aguantar bien el volante, y aunque vayas lento puedes irte de la carretera en cualquier momento. Hay que ser frío y calculador en cada movimiento.

La esperanza es lo ultimo que se pierde, tu vida consiste en esto. Es un coche, una carretera, paisajes, otros coches, el mundo... solo eso.

Y no te preocupes, algún día ya se acabara la carretera. Pero todo lo que se quedo atrás, siempre lo recordaras, todo lo que has pisado... se verá en los neumáticos de tu coche.

Los neumáticos hacen el camino.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Diluvia.

Diluvia.

En solitario por las calles oscuras de la ciudad, de vuelta a casa de un largo día. Cansado, agotado… aún así marcas un ritmo notable, tienes ganas de llegar.

La tenebrosidad del lugar te hace estar alerta. Todo está tan vacío, que se escuchan todos los ruidos de alrededor: las ratas merodeando por los cubos metálicos de basura, las palomas alzando vuelo cuando te acercas, tus propios pasos al pisar los charcos creados por el agua, el sonido de las gotas al golpear contra los coches o el suelo…

Los nervios empiezan ha hacer estragos en ti, comienzas a acelerar el paso sin darte cuenta. Incluso miras por callejuelas por las que no tendría ni que pasar. Te concentras en seguir el camino más rápido y más corto hacía tu piso. Pero no es suficiente para acaparar toda tu concentración.

Te da la sensación de que te siguen. Pero tienes miedo a mirar hacía atrás, intentas mirar de reojo pero solo consigues ver tu sombra cuando pasas por debajo de las farolas de la calle.

Al doblar la última esquina antes de acabar el trayecto, miras con disimulo, pero miras. Nada, solo tú y tu sombra reflejada en la pared.

Los nervios disminuyen, coges las llaves y abres la puerta del portal. Te miras al espejo del descansillo antes de empezar a subir. Te ves sudando, exhausto… y piensas: Quizás de verdad no me puedo fiar ni de mi propia sombra.